Fair Game

“Fair game” (en español: Poder que mata) es una película norteamericana del año 2010 que relata una historia verídica: la de Valerie Plame, una agente de la CIA que trabajaba para el Departamento contra la proliferación de armas nucleares e investigaba específicamente el armamento nuclear de Irak. Situémonos en momento y lugar: año 2002, previo a la invasión estadounidense a Irak, en Washington. La CIA investiga un posible movimiento de uranio concentrado desde Níger a Irak y por tal razón mandan a Joe Wilson (esposo de Valerie y ex diplomático) a Níger a investigar si efectivamente Saddam Hussein compró uranio a dicho país para su programa de armas nucleares. Cuando regresa a Estados Unidos, y en una conclusión que no gusta nada al gobierno de Bush, Joe informa que no hay evidencia sustancial para afirmar que el uranio haya salido de Níger. 

En marzo de 2003, bajo comando de Bush y en contra de toda evidencia, EEUU  invade Irak excusándose en el peligro que suponía su armamento nuclear. Joe,  asediado por la impotencia, decide escribir un artículo en el New York Times relatando públicamente su experiencia y sus conclusiones, con lo cual pone en jaque el accionar del gobierno. Su artículo (que dicho sea de paso sigue disponible en el archivo del New York Times bajo el nombre de “What I didn’t find in Africa”), resuena fuerte en la Casa Blanca, por lo que la administración de Bush contraataca: la identidad de Valerie como espía de la CIA es expuesta públicamente junto a rumores denigrantes sobre ella. Claramente la intención que subyace esta “filtración” es manipular la opinión pública y ocultar las razones que catalizaron la invasión. 

Teniendo en mente este argumento, la película permite visualizar desde una óptica más bien personal, el trasfondo de la invasión a Irak: somos testigos de cómo el gobierno estadounidense orquestó dicha invasión “puertas adentro”y cuál fue el rol que agentes de la CIA como Valerie Plame tuvieron en ello.

Nos parece pertinente analizar esta película tomando en consideración el constructivismo, otra de las grandes corrientes dentro de las RRII. Siguiendo a Alexander Wendt, veremos que según esta teoría los actores estatales se relacionan con otros según el significado que éstos tienen para ellos. En otras palabras, las estructuras organizacionales de las acciones de los Estados están dadas por  significados colectivos. Es por esta misma razón que en el plano internacional cada actor adquiere una identidad socialmente construida, es decir, en base a cómo ellos mismos se perciben y a su relación con otros actores, que está dada por la interacción que entre ellos se produce. Podríamos decir entonces que estas ideas, y por ende, estructuras, son sociales dado su componente intersubjetivo. 

Ahora bien, en “La Anarquía es lo que los Estados hacen de ella”, Wendt discute con Waltz al plantear que es necesario conocer dichas identidades e intereses en el sistema dado que sin ellas la definición de estructura propuesta por este último no puede vaticinar ni la dinámica ni el contenido de la anarquía.
Los constructivistas parten de esta misma base, es decir, entienden que el sistema internacional es un sistema anárquico y en él observan distintos sistemas de seguridad. En cuanto a Fair Game, creemos que desde la óptica del gobierno de los Estados Unidos, su relación con Irak se encuentra subsumida dentro de un sistema de seguridad competitivo, en donde la acción colectiva no es posible y hay una identificación negativa por parte de los actores. Ello así porque, pese a que los informes elaborados por la CIA habían concluido que el régimen de Saddam Hussein no constituía una clara e inminente amenaza, la administración Bush necesitaba de todas maneras ofrecer alguna estrategia de salida que resultara satisfactoria, haciéndose de un enemigo, construyéndose un enemigo y reafirmando esa negatividad. En este punto es necesario hacer una salvedad: nuestro análisis intenta mantenerse fiel a la película, por lo que sólo mostramos la cara estadounidense de la  moneda. En los hechos, fuera del relato cinematográfico, Irak también “jugó este juego”. Todo ello porque las identidades son socialmente construidas, se construyen en la interacción, e Irak también construyó un enemigo en EEUU.Aquí vemos entonces más que claramente cómo actúan tales intereses e identidades, en cuanto moldean no sólo la percepción y la imagen que el gobierno estadounidense tiene de su par iraquí, sino que también influyen en el conocimiento colectivo de la sociedad y se vuelven determinantes en la formación de la opinión pública.